Viraje
Viraje de Freddy Ñáñez es el desarrollo poético de una paradoja: la imposibilidad de la partida. Partir no es más que un rasgo de nuestra permanencia, un momento que se consuma en darle nombre. Dar un paso adelante hacia la lejanía es ya un viraje, un no alejarse, un rastro imborrable de la pertenencia. Pues se parte, se deja, para más intensamente habitar en el recuerdo. La memoria es lo que en el habitante hace imposible el movimiento. La memoria es un nosotros que se queda.
En un verso que elude toda imaginería y que convierte en metáfora misma al incisivo sentido propio de cada termino, el poema de Ñáñez nos impele a encararnos con el sentido mediante un desciframiento preciso, exigente al pensamiento, que carnalice lo que formalmente aparece tratado como objeto matemático o constructo geométrico.
El poemario recorre el círculo de la partida y el retorno en un encadenamiento de textos que parecen ir desprendiéndose de premisa a consecuencia, acumulando un inventario glosado de las categorías vivenciales de la distancia y de una migración imposible, desgarrada ya por el retorno.
Se trata de descubrir como un viraje, una vuelta de boomerang, el abandono imposible de la tierra, los surcos imborrables del territorio en la memoria, la suspensiva abreviatura de retorno que es cada despedida.